Ciencia

Lo invisible – La ceguera

Una persona leyendo un libro en braille. Foto: antonioxalonso (CC).

Las personas ciegas o invidentes pueden realizar las actividades rutinarias del día a día con mucho esfuerzo y trabajo. Para ello, necesitan sonidos y objetos que puedan tocar y escuchar. Un ejemplo de esto es el fútbol para ciegos. Este deporte tiene un balón especial que emite ruidos, un sonajero y unas vallas laterales. Ambos objetos les ayudan a saber en qué lugar están.

Una persona invidente no puede realizar las actividades normales del día a día sin adaptación.

Las aceras, los semáforos o las paradas de autobús son esenciales para la vida cotidiana. Por ello, los ayuntamientos crean ayudas para ciegos en ellas, como un sonido en los semáforos, un botón en las paradas de bus o un cambio de textura en los bordes de las aceras. Con ayuda de su bastón, el ciego puede ser uno más entre todos.

Las adaptaciones para ciegos están orientadas a que cumpla el fin de las actividades que quiera hacer.

Cuando un bebé nace ciego, su sentido del tacto, del olfato, del gusto y del oído deben trabajar para que su crecimiento sea tan bueno como el de los videntes. El cerebro de los bebés invidentes desarrolla una habilidad para distinguir texturas, que incluso le permite tener un lenguaje táctil. Se llama braille. Con ello se han escrito libros que jamás creerás posibles de entender. Mediante este lenguaje, los ciegos logran leer libros de gran tamaño, si así lo desean. Con el paso de los años, los ciegos consiguen diferenciar las texturas más rápido que los videntes y pueden leer, hacer deporte y relacionarse igual o mejor que cualquiera.