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Calvina

 

El desafío que supone este libro comienza cuando Lucrecio entra a robar en una casa. Dentro de la casa hay un niño (¿o es una niña?), Calvino, que le pide, o casi le ordena que se quede para hacer de su padre. Junto a él, visita el manicomio biblioteca, donde cada loco se identifica con un autor, un libro o un personaje de un libro: con Alicia (la del País de las Maravillas), con Ítalo Calvino, con Tarzán, con John Silver (el pirata de La isla del tesoro)… De nuevo en la casa, una sucesión de personajes, situaciones y descubrimientos a cual más extraños, van generando una tensión que se resolverá en el último capítulo: el epílogo prólogo. En este libro todo puede ser una cosa, su contrario u otra cosa distinta. La identidad es algo relativo: un niño puede ser una niña; un manicomio, una biblioteca; una librería, una farmacia; un enano, un gigante; una muerta, una viva…

«Esta magnífica novela consigue en el lector una disposición muy particular: leemos tratando de hallar el fallo, de advertir aquello que se le pasó al escritor, examinamos los argumentos con minuciosidad y, finalmente, nos rendimos extasiados». «una reflexión sobre la literatura en un espacio literario que no rechina ni se vuele pesada». Crítica de Gustavo Puerta en El Cultural de El Mundo.