Intenta recordar la primera vez que viste una radiografía de tu cuerpo. ¡Seguro que alucinaste! Tu esqueleto se muestra a la vista con gran claridad en una fotografía en blanco y negro. Gracias a ella, los médicos pueden saber si te rompiste algún hueso o si tienes una caries oculta. Sin embargo, hasta finales del siglo XIX la única forma de ver el interior del cuerpo era… abriéndolo. Por suerte para nosotros, la casualidad llevó a Wilhelm Conrad Röntgen a descubrir los rayos X en 1895. Fue lo que se conoce como una serendipia.
El descubrimiento de los rayos X causó tal impacto en la sociedad que incluso pasó a emplearse en las zapaterías para elegir los zapatos que mejor se ajustaran al pie
El 8 de noviembre de 1985 Röntgen investigaba con un tubo de rayos catódicos cuando descubrió un tipo de radiación desconocida capaz de atravesar superficies opacas. Tras probar con distintos materiales y descubrir que algunos dejaban pasar más radiación que otros, decidió hacer una prueba con la mano de su mujer sobre una placa fotográfica. Sin saberlo, acababa de hacer la primera radiografía de la historia.
Tu teléfono móvil emite una radiación de tipo no ionizante. Eso significa que NUNCA podrá dañar tu salud
Los rayos X son un tipo de radiación ionizante. Eso significa que al atravesar nuestro organismo modifica el material celular, lo que en bajas dosis no es peligroso pero en altas dosis puede ser perjudicial para la salud. Es por ese motivo que en el hospital vayan con tanto cuidado a la hora de proteger todas las zonas de tu cuerpo que no aparecen en la radiografía.