Seguro que te has apoyado alguna vez en ellas. Son fuertes y resistentes y desde la edad de hierro todas las grandes civilizaciones las han utilizado como soporte de sus edificios más importantes. Un gran sabio egipcio llamado Imhotep utilizó monumentales columnas de piedra para algunas de sus construcciones. A Imhotep, que vivió entre los años 2690 y 2610 a.C., se le considera el primer arquitecto conocido de la historia. También fue sumo sacerdote, médico y astrónomo.
En la época más temprana del imperio egipcio las columnas estaban hechas de una sola piedra de gran tamaño. Debido a la dificultad para moverlas, por el gran peso que tenían, en períodos posteriores, las columnas se construyeron por bloques colocando uno encima de otro. Los fustes -el cuerpo intermedio- de las columnas solían decorarse con relieves de pinturas de colores inspirados en formas de naturaleza vegetal como si fueran el tronco de las plantas o manojos de tallos de las mismas. El capitel -la parte superior- podía tener forma de loto, de palmera, de planta del papiro o podía representar la cabeza de la diosa Hator.
En la época de los egipcios no existían grúas ni otros ingenios para mover grandes piedras. ¿Cómo pudieron entonces usar enormes bloques en sus obras? Gracias a unos restos arqueológicos y unas inscripciones jeroglíficas halladas en una cantera situada cerca del valle del Nilo, hemos podido saber que los egipcios arrastraban las rocas por una rampa para sacarlas de las canteras usando maderas y cuerdas de origen vegetal, lo que les permitía sujetar las rocas y sacarlas al exterior.