A principios del siglo XX, casi todas las regiones del mundo habían sido visitadas y cartografiadas, excepto dos ubicaciones clave: el Polo Norte, en lo profundo de las aguas heladas de la región ártica, y el Polo Sur, ubicado dentro de un continente helado en el vasto Océano Antártico. Tras haber participado en varias expediciones, el noruego Roald Amundsen quería llegar al polo norte geográfico. Ya tenía experiencia en el Ártico, y llevaba casi dos años preparando su gesta cuando, en 1909, le llegó la noticia de que los exploradores estadounidenses Frederick Cook y Robert Peary se le habían adelantado. En lugar de abandonar el viaje, Amundsen decidió cambiar de objetivo: ¡el Polo Sur!
Hoy la Antártida está habitada de manera permanente: la base Amundsen-Scott se encuentra prácticamente en el polo sur geográfico
Pero la tripulación de Amundsen no era la única que perseguía ese objetivo: el británico Robert F. Scott, quien ya había estado antes en la Antártida, dirigía su propia expedición al Polo Sur. Así empezó lo que los periódicos llamaron la «carrera hacia el Polo». Sin embargo, si se trataba de una carrera, era algo extraña. Las expediciones partieron en diferentes momentos y de lugares distintos. El equipo de Scott viajó por el glaciar Beardmore, siguiendo el camino del intento anterior de Ernest Shackleton por alcanzar la meta. Pero aunque esta ruta estaba documentada, resultó lenta y laboriosa. Mientras tanto, el equipo de Amundsen utilizó una ruta desconocida a través de las montañas.
Amundsen partió con un pequeño equipo de hombres y más de cien perros, mientras que Scott fue con muchos más hombres, 19 ponis siberianos y tres trineos motorizados de última generación
Los noruegos se mantuvieron por delante del equipo de Scott, y el 14 de diciembre llegaron los primeros. Al llegar atravesaron el área en una cuadrícula para asegurarse de cubrir al completo la ubicación del polo. Colocaron unas banderas y una especie de tienda de campaña, y allí dejaron una carta para Scott. Cuando el equipo de Scott llegó un mes después, perder la carrera era el menor de sus problemas. En el camino de regreso al campamento, dos de sus hombres sucumbieron al frío, al hambre y al cansancio. Pidieron ayuda pero su rescate nunca llegó y sus restos, junto con el diario de Scott, no se encontraron hasta la primavera.