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Amigos para siempre

Cuando pensamos en amistades extraordinarias nos vienen a la cabeza parejas como Tod y Toby. Los protagonistas de esta conocida película de dibujos animados se conocieron siendo cachorros, y aunque lo más lógico es que se hubieran llevado como el perro y el gato –hay que recordar que eran un zorro y un perro de caza–, se las ingeniaron para ser amigos por encima de todo. Mantener una amistad a lo largo de los años es siempre una tarea muy complicada, no solo en el caso de Tod y Toby. Damos por hecho que nuestros amigos siempre estarán ahí, ayudándonos de forma incondicional, y no nos damos cuenta de que las amistades, como todo lo que merece la pena en la vida, hay que cuidarlas.

La película está basada en un libro del mismo nombre escrito por Daniel P. Mannix. La novela ganó el Dutton Animal Book Award en 1967

De eso trata El árbol generoso, de Shel Silverstein, un libro que cuenta la extraordinaria relación entre un niño y un árbol. Al principio, el niño y el árbol son inseparables. Son felices juntos y no necesitan nada más. Pero cuando crece, el niño tiene otras prioridades. El libro nos hace pensar en cómo cambiamos al hacernos mayores. Si nunca nos olvidáramos del niño o la niña que fuimos, probablemente todos seríamos mucho mejores.

Shel Silverstein es también autor de La parte que falta, Una jirafa y media o Batacazos: poemas para reírse. Todos ellos destacan por su sensibilidad y su sentido del humor

El árbol generoso tiene también otra lectura. Aunque se publicó en 1964, plantea una pregunta de máxima actualidad: ¿es justo que tratemos así a nuestro planeta? Los incendios, el plástico en los océanos, la tala indiscriminada de árboles… nos indican que deberíamos ser más respetuosos con la naturaleza. La naturaleza es generosa, pero tiene límites. Tal vez sea el momento de preguntarnos si no nos estamos comportando como niños egoístas que pedimos y pedimos sin ofrecer nada a cambio. A las amistades hay que cuidarlas. A la naturaleza también.