1954. Distintos sucesos misteriosos están teniendo lugar cerca de la isla de Odo, en Japón. Los barcos desaparecen en mitad del mar y los pescadores no encuentran peces en sus redes. Los ancianos hablan de un dios monstruo que ha emergido de nuevo desde las profundidades, pero nadie les toma en serio. Hasta que el monstruo ataca en tierra firme. Una especie de dinosaurio de 50 metros destruye todo lo que encuentra a su paso y parece que su siguiente objetivo es… Tokio. ¿Estará preparada la capital nipona para resistir el ataque de este titán?
El nombre de Godzilla viene de Gojira (ゴジラ) una mezcla de las palabras japonesas -gorila- y kujira -ballena-
Aunque existen distintas versiones de su origen, la creación de Godzilla suele estar siempre relacionada con la radiación nuclear. Este tipo de partículas radiactivas acostumbran a relacionarse con peligros como las bombas nucleares o accidentes como el de la central nuclear de Chernobil, pero si se logran controlar y emplear en muy pequeñas dosis pueden tener usos médicos como la eliminación de tumores o el diagnóstico de distintas enfermedades y lesiones.
Godzilla es el más conocido de los kaiju o bestias gigantes que pueblan el cine japonés. Otros que han tenido mucha fama son Mothra -una polilla gigante- o Gamera -¡una tortuga voladora!-
A veces, las películas nos cuentan historias que guardan otros significados ocultos. En el caso de Godzilla, los críticos cinematográficos consideran que el monstruo es una metáfora del miedo que sufrió Japón tras los bombardeos sufridos durante la Segunda Guerra Mundial. En aquel triste episodio de nuestra historia, el ejército estadounidense lanzó sendas bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Decenas de miles de personas murieron a causa de las detonaciones, y los estragos causados por el envenenamiento por radiación continuaron afectando a su población hasta muchos años después.