Existen animales capaces de realizar tareas extraordinariamente difíciles. Desde cambiar de color hasta caminar sobre el agua, sus increíbles capacidades tanto físicas como mentales han ocupado durante años los experimentos de multitud de científicos. Entre ellos, el llamado laberinto de estímulo-respuesta, un cruce de caminos enfocado al acondicionamiento, permite poner a prueba la resolución y la memoria de aprendizaje de animales tan sorprendentes como los cangrejos.
El cerebro de los crustáceos, con solo unas pocas neuronas, es 10 veces menor que el de una abeja en cuanto a sus posibilidades
Más allá de los clásicos laberintos de ratones, existen otros tantos animales que han demostrado ser capaces de resolver estos enigmas serpenteantes. A los cerdos, ardillas e incluso pulpos se unen ahora los cangrejos, cuya memoria espacial fue comprobada hace apenas un año por un equipo de investigadores británicos. Haciendo uso de un laberinto de 2 metros de longitud, varios cambios de dirección y otros tantos callejones sin salida se les entrenó durante semanas para alcanzar el mejillón triturado de la salida. Con una mejora gradual del tiempo necesario para escapar, también se pudo comprobar que los crustáceos cada vez tomaban menos caminos incorrectos.
Hasta dos semanas después, los cangrejos entrenados conseguían resolver el laberinto en tan solo 8 minutos, frente a los 39 y hasta 60 de otros ejemplares novatos
Gracias a estas características recientemente descubiertas de los cangrejos, se espera poder profundizar en el estudio de su función ecológica y su adaptación al cambiante ecosistema oceánico. La sobreexplotación de los recursos, el aumento de la temperatura y la contaminación de las aguas ponen en peligro a especies de un valor incalculable. Protejamos el océano y, con él, a estas carismáticas criaturas capaces de, usando su diminuto cerebro, encontrar una salida caminando hacia delante.