La primera vez que oí hablar de Shel Silverstein fue en un episodio de Padre de familia. En él, Quagmire le regalaba un libro a Meg Griffin, que estaba pasando por uno de esos momentos difíciles por los que pasan a menudo los adolescentes. El libro en cuestión era «La parte que falta», un libro que no solo puede ayudar a sobrellevar la adolescencia, sino, en general, la vida.
«Le faltaba una parte y no era feliz. Por eso decidió salir en busca de la parte que le faltaba». Durante la búsqueda, el o la protagonista (una especie de círculo al que le falta un trozo, muy similar al del videojuego Pac-Man) encontrará diversos fragmentos que podrían completarlo. Sin embargo, ninguna de las figuras con las que se encuentra parece encajar: unas veces son muy grandes, otras demasiado pequeñas, en ocasiones son excesivamente cuadradas, otras más puntiagudas de la cuenta…
Este libro tiene una continuación: La parte que falta conoce a la «O» grande, que cuenta cómo el o la protagonista (que en esta nueva aventura ya no es un círculo, sino un triángulo) desea desesperadamente poder rodar
Las historias de Silverstein muestran que las personas estamos siempre en búsqueda permanente. Buscamos en otros lo que pensamos que no tenemos, estamos siempre a la caza de objetos que creemos nos traerán la felicidad. Es verdad que la búsqueda puede resultar agotadora, pero también que mientras buscamos nos sentimos vivos.
Otro libro fantástico de Silverstein es El árbol generoso, sobre la amistad entre un árbol y un niño, que además de hacernos pensar en la amistad nos hace reflexionar sobre cómo tratamos a la naturaleza
Shel Silverstein tiene el don de simplificar el mundo. Con un par de trazos y unos diálogos mínimos, es capaz de mostrarnos lo que habitualmente no vemos. Igual que algunos retrovisores avisan de que los objetos están más cerca de lo que parecen, Silverstein muestra que lo que buscamos también lo está.
Siempre agradeceré a Padre de familia haberme descubierto los libros de Silverstein. Seguro que a vosotros tampoco os decepcionan.