UN DEPORTE FEMENINO LLAMADO ROLLER DERBY
Imagina un deporte que se practica montado en patines. Patines de dos ejes y cuatro ruedas, los tradicionales, los de toda la vida. Y protecciones. De todo tipo. Cascos, rodilleras, coderas. Garantía de contacto a grandes velocidades, de engaños, fintas y habilidad. Pues ese deporte existe, y se llama Roller-Derby. Fue en Estados Unidos, en algunos de esos pabellones donde lo mismo se hacían carreras de bicis, conciertos de jazz o maratones con patinadores, donde hace mucho -los años veinte del siglo pasado- se organizaron las primeras competiciones de Roller-Derby.
Muy pronto surge un deporte extremo, espectacular, bastante complicado en su reglamento pero muy atractivo visualmente. Uno que combina tipos girando vertiginosamente con otros que intentan impedir su avance. Golpes, caídas, saltos. Y el público aplaudiendo emocionado. En la actualidad los partidos de Roller-Derby se juegan entre dos equipos de cinco jugadores. Jugadoras, más bien, porque la mayoría de practicantes son chicas. Duran sesenta minutos, divididos en sendos períodos que a su vez se parten en pequeños intervalos de 120 segundos, llamados jam. La pista es ovalada, y tiene unos 35 metros de largo por 22 de ancho.
Las jugadoras patinan dando vueltas a ese óvalo y cada equipo tiene un componente especial (se distingue por el casco), que se denomina jammer y es la encargada de anotar los puntos. ¿Cuándo hay un punto? Pues cada vez que la jammer supere a una de las patinadoras del equipo contrario, fintándola por los lados o ganándola en velocidad pura. Así que la labor de estas es interceptarla, impedir ese adelantamiento. Obstruyéndola o empujándola, eso ya queda a la elección de cada cual. Las compañeras de la jammer, a su vez, intentan evitar esa interrupción taponando, golpeando o sacando de la pista a las del equipo contrario. En un juego donde alcanzar la máxima velocidad es muy, muy importante…
¿Entendéis ahora por qué necesitan tantas protecciones?