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Enanos, gigantes y almohadas de mármol

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LOS VIAJES DE GULLIVER

Jonathan Swift · IRLANDA 1726

Hay que reconocer que el título original no es nada comercial: Viajes a diversas naciones remotas del Mundo, en cuatro partes, por Lamuel Gulliver, primero cirujano y después capitán de varios barcos. Sin embargo, este libro de aventuras ha triunfado universalmente con su nombre de pila: Los viajes de Gulliver.

Y es que estamos ante una maravilla divertida –a veces triste–, emocionante,  redonda, a la que no le falta absolutamente nada: viajes fantásticos, islas que vuelan, seres minúsculos y gigantes, científicos locos que investigan cómo ablandar el mármol para utilizarlo como almohadas, piratas y motines, caballos que hablan, avispas gigantes, seres inmortales e incluso bombardeos aéreos… ¡Dos siglos antes de ver volar los primeros aviones!

El libro se considera habitualmente una serie genial de historias de aventuras pero su autor, Jonathan Swift, quería darle además otro sentido: su Gulliver también es una crítica a las sociedades corruptas y los gobiernos inoperantes. ¿Os suena haber visto, escuchado o leído algo parecido en las noticias? Efectivamente, las cosas no han cambiado demasiado en los últimos siglos, por lo que parece.


Igual que Julio Verne, Swift fue un escritor que viajó mucho a través de sus libros, pero se movió muy poco en realidad: pasó toda su vida entre Irlanda e Inglaterra


La contribución de Los viajes de Gulliver a nuestra vida diaria va mucho más allá de pasar un rato fantástico página tras página. Los personajillos diminutos de la primera parte han dado lugar a una palabra aceptada para designar algo muy, muy pequeño: liliputiense. Y, en la cuarta parte, los personajes humanos son salvajes, poco civilizados. Swift los bautizó con el nombre de “yahoos”.


Los liliputienses medían doce veces menos que Gulliver. En la realidad, deberíamos viajar al centro de África para encontrar a los seres humanos más bajos del mundo, los pigmeos, por debajo de 1’50m de media


Siglos después, dos amigos llamados David y Jerry también era inquietos y algo asalvajados, por lo que el padre del primero empezó a llamarles “yahoos”. Cuando crecieron, los dos amigos fundaron un negocio en internet y le pusieron el mismo nombre. ¿Adivinas de qué empresa hablamos?