Desde hace unos quinientos años, el ajedrez se juega con las mismas piezas, el mismo tablero de 8 x 8 y las mismas reglas que conocemos. Pero no siempre ha sido así: a lo largo de los siglos y a lo ancho del mundo, los trebejos han variado en número, nombre y movilidad, y también el tamaño del tablero y las reglas del juego.
Han variado y en cierto modo siguen variando, pues, aunque las reglas oficiales son fijas, nada nos impide cambiarlas por diversión o para explorar nuevas posibilidades. La diferencia es que ahora tenemos muy claro cuáles son las reglas del juego, y por eso cuando nos las saltamos lo llamamos “ajedrez de fantasía”.
El ajedrez “normal” se puede modificar de muchas maneras: se puede cambiar el número de piezas o usar un tablero con más o menos casillas, o incluso tridimensional, como el que vemos a veces en las pelis de Star Trek o en la serie The Big Bang Theory.
Pero con las fichas y el tablero de siempre también hay muchas posibilidades interesantes. Por ejemplo:
- Marajá: todo igual que en el ajedrez normal, pero la reina puede moverse también como un caballo, con lo que es prácticamente imparable.
- Pierde-gana: el objetivo es perder la partida, o sea, obligar al contrincante a que te dé jaque mate.
- Sorteado: los peones se colocan como de costumbre, pero las posiciones iniciales del rey, la reina, las torres, los caballos y los alfiles se sortean lanzando un dado. El gran Bobby Fisher era partidario de esta modalidad.
- Dos y dos: cada jugador hace dos jugadas seguidas, lo que da lugar a un juego muy rápido y agresivo.
Lo más divertido es que inventes tus propias reglas y experimentes con ellas.