EL VIAJE DE CHIHIRO
HAYAO MIYAZAKI · JAPÓN 2001
El viaje de Chihiro no es un viaje cualquiera. Está lleno de aventuras, personajes mágicos, espíritus y trabajo. Sobre todo, trabajo. Montada en el coche de sus padres, camino de una ciudad nueva, la pequeña Chihiro no imagina que acabará en un mundo mágico después de cruzar un túnel. Y la única manera de salir de allí es trabajar, trabajar y trabajar.
Igual que Alicia atraviesa la madriguera de un conejo para llegar al País de las Maravillas, los personajes de Miyazaki cruzan puertas y túneles para llegar al mundo mágico
Chihiro consigue trabajo en una casa de baños, pero no son unos baños cualquiera. Los huéspedes que vienen a limpiarse y a relajarse no son personas sino Kami, espíritus de la naturaleza. Además, la bruja que regenta las termas no se lo pondrá fácil: obliga a sus trabajadores a hacer turnos larguísimos, les amenaza con convertirlos en animales e incluso les roba su nombre, su identidad.
Los «Kami» son espíritus de la religión sintoísta que pueden estar representados por personas, objetos o fenómenos de la naturaleza
La película de Hayao Miyazaki nos hace reflexionar sobre el poder del trabajo para sentirnos útiles y realizados, pero también es una crítica sobre cómo puede reducir nuestros sueños y aspiraciones si no encontramos una motivación en lo que hacemos. Grandes filósofos como Adam Smith, Karl Marx o Jean-Paul Sartre han reflexionado sobre cómo el trabajo puede ser algo bueno, o algo que nos hace menos personas si está mal enfocado.
Las películas de Miyazaki suelen incluir un mensaje ecologista para hacernos reflexionar sobre nuestro papel en la contaminación y el cuidado del medio ambiente
Un día Chihiro debe limpiar a un ser pestilente, una figura enorme que llega a la casa de baños cubierta de barro y desperdicios. Una vez limpio, el misterioso espíritu resulta ser un dios dragón que habitaba un río contaminado a más no poder. Gracias al empeño de Chihiro, el dios del río queda impecable y sus aguas vuelven a lucir claras y transparentes. La pequeña nos demuestra que respetar la naturaleza es beneficioso para todos. Y el resultado puede llegar a ser mágico.