Ciencia

El gigante de las olas

Imagen: Pixabay

Imagina que estás en la playa tomando el sol con tu familia y, de repente, el mar empieza a retroceder. Es lo que le ocurrió a una niña inglesa de 10 años en Tailandia, el 26 de diciembre de 2004, tan solo unos minutos antes de que un devastador tsunami arrasara las costas del Océano Índico. Afortunadamente, aquella niña había estado atenta durante las clases de geografía y supo lo que se estaba acercando: avisó al resto de personas que se encontraban en la playa y salvó un centenar de vidas.


El Océano Índico es el tercer océano más grande de la Tierra: tiene una extensión de 10.000 Kilómetros que va desde las costas de Australia hasta África


La palabra japonesa tsunami significa “ola de puerto”, pero no se trata de una única ola sino de muchas olas gigantes seguidas. Los tsunamis se producen cuando algún fenómeno extraordinario, como un terremoto o un volcán submarino, desplaza una gran cantidad de agua en el mar. Entonces se forman olas en la superficie, igual que cuando lanzas una piedra en un lago ¡pero muchísimo más grandes!


Si mantuviera la velocidad y no encontrara obstáculos a su paso, un tsunami podría dar una vuelta entera a la Tierra en tan solo dos días


Los tsunamis más habituales pueden medir hasta 30 metros de altura, como un edificio de 10 plantas, y desplazarse a 600 Km/h, el doble que un coche de carreras. Cuando un tsunami como ese impacta contra la costa, descarga una energía equivalente a 2.000 bombas atómicas y arrasa con todo lo que encuentra a su paso: edificios, árboles, coches, puentes, carreteras…

Lo más seguro es refugiarse en un lugar elevado que no pueda ser arrastrado por la fuerza del agua, como la cima de una montaña. El tsunami más grande del que se tiene conocimiento se produjo en 1958: un terremoto frente a la costa de Alaska elevó una pared de agua de más de 500 metros, la ola más grande jamás registrada. Increíble, pero no imposible.