Entrevistas

Rafa Castaño: «Con mi primer premio, me compré una tele bien grande y la XBOX One»

 

Rafael Castaño (Sevilla, 1990) es licenciado en periodismo por la Universidad de Sevilla, aunque a él lo que le gusta es ir a los concursos de televisión. Debutó con solo 18 años en un Concurso de Canal Sur y desde entonces no ha parado hasta convertirse en uno de los «siete magníficos». Ha estado durante 71 programas en Saber y Ganar y ha concursado varias veces en Pasapalabra, donde llegó a enfrentarse a su hermano. Ahora lo podemos ver en El tirón de Telecinco.

Rafa nos recibe en Caótica, la librería donde trabaja y de la que es socio para hablarnos de su afición a los libros, el cine y los videojuegos entre otras muchas otras cosas.

 

¿El saber ocupa lugar?

En la cabeza no, porque saber mucho ayuda a ir sabiendo cada vez más, así que cada vez hay, por así decirlo, más sitio. Es como entrenar. Cada vez levantas más peso en el gimnasio, cada vez controlas mejor el balón. En las estanterías ocupa lugar, claro, pero para eso están las bibliotecas.

 

¿Sacabas buenas notas en el cole y en el instituto? ¿Qué recuerdas de tu época de estudiante?

Sacaba buenas notas, sí. He tenido siempre mucha facilidad para aprender sin dedicarle mucho esfuerzo o muchas horas. De mi época de estudiante recuerdo, sobre todo, los ratos que pasaba leyendo o jugando al ordenador. Mis años del colegio, y especialmente los del instituto, los asocio a ciertos videojuegos: el Age of Empires, Blade: The Edge of Darkness, Neverwinter Nights, el Tzar, The Longest Journey, el PES 6 (a partir del PES 2008 empezó a caer la franquicia).

 

¿Cuál es el libro que marcó tu infancia?

De muy pequeño pasé por todas las series del Barco de Vapor. Crecer era cambiar de color: pasar del blanco al azul, del azul al naranja. Unos años después disfruté mucho con los libros de César Mallorquí: La catedral, El último trabajo del señor Luna, La cruz de El Dorado…

 

¿Recuerdas tu primera visita a una librería? ¿Y a una biblioteca?

Las primeras veces que visité librerías era para mirar, porque no tenía dinero. Además, cuando iba con mis padres al Continente (hoy Carrefour) me daba un paseo por la sección de libros, que solía estar justo al lado de la entrada, a la derecha. Siempre tuvimos muchos libros en casa, de todos modos, porque mis padres estaban apuntados al Círculo de Lectores. La primera biblioteca en la que entré fue, que yo recuerde, la del colegio. Mi madre era profesora, y algunas tardes en las que ella tenía reuniones me quedaba por allí, esperando a que terminara, dando vueltas escuchando el walkman o leyendo.

 

¿Después del instituto que estudiaste? ¿Para qué te han servido esos estudios?

Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, y un máster en Comunicación y Cultura en la misma facultad. Aunque ambos resultaron decepcionantes porque chocaron con mis expectativas (eso es inevitable), los estudios de Periodismo me sirvieron para ganar una visión crítica de los medios (que son nuestra forma de ver, como sociedad, lo que somos y lo que hacemos) y para dedicar gran parte de mi tiempo a leer y ver películas que iba sacando de la biblioteca y la videoteca. Y mi Trabajo Fin de Máster estuvo ambientado en la Guerra Civil, así que fue una gran oportunidad para leer muchísimo sobre ese tema.

 

¿Has hecho alguna vez el test de coeficiente intelectual? Si es que sí ¿Cuál es tu C.I.?

Siempre he tenido curiosidad por saberlo y he hecho algunos tests gratuitos por internet, nada fiables, en los que obtuve entre 120 y 130.

 

¿Cómo y cuándo se te ocurre participar en un programa de televisión? Cuéntanos tu primera experiencia.

Me hacía mucha ilusión cumplir 18 años para concursar en la tele, y además de eso solía responder desde casa bastantes preguntas. Mi primera experiencia fue en un programa de Canal Sur 2, la segunda cadena autonómica, que se llamaba Adivina quién es quién. Lo presentaba Pilar Rubio. Gané el primer programa y en el segundo me eliminaron. Fue muy bonito, y muy chocante también por todo lo que rodea a este mundo: te recogen en coche, te maquillan…

 

En Pasapalabra coincidiste con tu hermano, ¿cómo ocurrió? ¿Quién es más listo: tu hermano o tú?

Mi hermano y yo habíamos concursado en el programa, y para un especial de Navidad decidieron que nos enfrentáramos juntos. Gané yo, lo que me permitió volver al concurso diario. El es más listo para unas cosas y yo para otras. Él tiene una soltura increíble para el pensamiento lógico y a mí siempre se me ha dado bien la escritura. Ambos somos muy curiosos, cualquier tontería nos interesa, lo que hace de esa tontería algo importantísimo.

 

¿Es cierto que te preparabas el programa Pasapalabra estudiando 100 palabras al día? ¿Sirve?

Es cierto. Y en la última etapa estudiaba bastantes más, unas 300 o 400 diarias. Sirve si eres constante, porque lo más normal es que al principio se te olviden la mayoría con el paso de los días, así que tienes que volverlas a leer una y otra vez.

 

¿Dónde encuentras las palabras raras que no conoces?

Amigos y familiares me mandaban al WhatsApp las que iban viendo por ahí, pero casi todas las que estudié eran de listas de amigos que también concursaron en Pasapalabra y que, además de saber mucho, son muy generosos. Aprovecho estas líneas para darles las gracias por quincuagésima vez.

 

¿Utilizas la Wikipedia para buscar información? ¿Qué otros recursos usas?

La Wikipedia está bien como base, pero si se quiere ahondar en un tema, leer libros o ver documentales, en YouTube o Vimeo los hay bastante buenos y gratis. Nunca me he planteado estudiar para saber cosas. Me gusta aprender, lo hago porque me apetece, así que no sigo un método. Mi método es ser curioso, inquieto, sentir interés por todo. De este modo se puede aprender también en cualquier circunstancia.

 

¿También hay que estudiar antes de acudir a Saber y Ganar?

La única prueba preparable es la calculadora, porque consiste en hacer cuentas y cuentas hasta coger soltura, automatizar ciertos trucos, ciertas reglas. El resto es lo que uno trae en la mochila. Una cosa es fundamental: si estudias por obligación, porque es tu deber, debes convertirlo en un placer. Si no consigues que te guste, que te interese, es más fácil que se te olvide. Una de las mejores reglas mnemotécnicas es vincular un sentimiento, una sensación, un recuerdo malo o agradable, a un conocimiento adquirido. Por ejemplo, es más fácil recordar dónde estábamos cuando compramos un libro en una librería física que si lo compramos por internet. Y eso con el tiempo nos ayuda a recordar quiénes fuimos, por qué tomamos las decisiones que tomamos, y también, por supuesto, cómo se llamaba el proyecto que desarrolló la bomba atómica o quién es el máximo goleador de la selección española de fútbol.

 

¿Te gustan más las pruebas con letras o con números?

Las pruebas con números me gustan porque son seguras. Si dispones de mucho tiempo, puedes resolver cualquier cuenta sencilla. Las palabras son a veces más caprichosas, hay muchas palabras que no sabemos, y en esos casos da igual el tiempo con que uno cuente.

 

¿Cuál es tu palabra favorita? ¿Por qué? ¿Y la más rara que recuerdas? ¿Qué significa?

Nunca me he parado a pensar en mis palabras favoritas. Estudiando para Pasapalabra he descubierto muchas muy curiosas, eso sí, como pipiripao, que es una especie de banquete que se va haciendo de casa en casa. Supongo que me gustan las palabras con ritmos muy marcados; pipiripao suena a redoble, a carnaval. Es como Bombay o umami. Hay una rarísima que es icneumón, que tiene varias acepciones, pero ahora solo recuerdo una, una especie de animal muy importante en el antiguo Egipto.

 

¿Qué es lo más difícil que te han preguntado en un concurso?

Siempre que me preguntan algo de gastronomía o de copla, me echo a temblar. En Pasapalabra me han preguntado auténticas barbaridades, como un río de Papúa Nueva Guinea o una laguna de Guatemala. Supongo que en Papúa y Guatemala los conocerán.

 

¿Se puede vivir de los concursos de televisión?

Los concursos no te dan dinero suficiente como para no trabajar. Lo que sí se puede es vivir con algo más de tranquilidad.

 

¿En qué te gastaste tu primer premio de TV?

Me compré una tele bien grande y la XBOX One. Siempre quise tener una videoconsola de última generación.

 

Trabajas en la Librería Caótica ¿Cómo es el trabajo de librero?

Es un trabajo muy bonito. Hay que mover muchas cajas, estar pendiente de muchas incidencias… Pero el trato con el cliente, del que se aprende mucho, o la llegada de novedades o la felicidad de disponer de un montón de libros para consultarlos, lo compensan.

 

¿Te gustan los cómics?

Me gustan, pero he leído muy pocos. Es una de mis asignaturas pendientes. De los pocos que he leído, me encantaron Crónicas de Jerusalén, Persépolis, Notas al pie de Gaza o Watchmen. De chico mis cómics favoritos eran Mortadelo y Filemón, Cachasmán, Pafman… En general, todos los de Súper Mortadelo.

 

¿Lees en los ratos libres? ¿Qué libros tienes al lado de la cama?

Siempre leo, leo hasta andando. Ahora mismo estoy terminando Conversación en La Catedral, estoy ojeando los diarios de Iñaki Uriarte, y retomo y abandono The Nude, de Kenneth Clark, El Danubio, de Claudio Magris, El libro del desasosiego, de Pessoa…

 

Si un lector de Jot Down Kids va a tu librería ¿Qué libro le recomendarías?

Tenemos un libro que disfruté como un enano cuando me lo leí, y ahora lo han editado en un solo tomo: la Trilogía de la niebla, de Carlos Ruiz Zafón. Libros de aventuras, oscuros, entretenidísimos. Aún recuerdo la angustia que sentí leyendo El príncipe de la niebla o el final de El palacio de la medianoche.