PLUTÓN
Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plu… ¡No, Plutón no es un planeta! La Unión Astronómica Internacional decidió expulsar a este misterioso objeto de la lista de planetas del Sistema Solar en 2006. Pero, ¿por qué lo hizo?
Plutón fue descubierto en 1930 por el astrónomo norteamericano Clyde Tombaugh (1906-1997). Una parte de sus cenizas fueron enviadas a Plutón en la sonda New Horizons, que tardó 10 años en llegar al planeta
Plutón no es como los demás planetas: tiene un tamaño muy pequeño, su órbita es más alargada y su composición rocosa es muy diferente a la de sus vecinos gaseosos. Pero el debate de verdad empezó cuando se descubrió que Plutón no estaba solo: más allá de Neptuno había decenas de cuerpos con características similares. ¿Había que incluirlos también en la lista de planetas del Sistema Solar?
Los astrónomos se vieron obligados a replantearse la definición de planeta para que fuera más precisa y limitada. Tras una larga discusión, científicos de todo el mundo acordaron tres requisitos para que un cuerpo sea considerado un planeta: debe orbitar alrededor de una estrella, tener una forma casi esférica y eliminar otros cuerpos de su órbita.
Un planeta puede atraer otros objetos más pequeños que viajan por su misma trayectoria. Estos cuerpos salen disparados o chocan contra la superficie del planeta y se destruyen
Plutón cumple dos de los requisitos: da vueltas alrededor del Sol y es redondo. Pero no cumple el tercero, ya que comparte su espacio con muchos otros cuerpos. Por eso los científicos acordaron que este tipo de cuerpos celestes pasarían a llamarse planetas enanos.
Que Plutón sea un planeta enano no le quita para nada interés científico. La sonda New Horizons llegó a Plutón en 2015 y nos mostró imágenes de un mundo helado, bonito y complejo, en cuya superficie se encuentran algunos de los ingredientes necesarios para la vida.
La nueva clasificación planetaria todavía genera polémica entre científicos y aficionados. En medio de esta discusión, Plutón sigue orbitando indiferente, como en los últimos cuatro mil millones de años.