Ciencia

Balada triste del pájaro bobo

 

 

Cuentan que el último pájaro bobo murió en 1662. Cuentan que a Lewis Carroll le gustaba ir a ver su esqueleto al Museo de Historia Natural de Oxford. El pájaro bobo, del portugués «dodo», fue descubierto por los primeros marineros que llegaron a Isla Mauricio en el año 1574. Hasta ese momento, el Dodo vivía en paz y tranquilidad en aquella paradisíaca isla.

Cuentan los exploradores portugueses y holandeses que era un pájaro peculiar: extrañamente grande, como de un metro de altura; tan pesado que casi llegaba a los veinte kilos; y tan torpe que podían cazarlo sin dificultad.


Lewis Carrol fue un gran matemático, escritor y fotógrafo y también sospechoso de ser el famoso Jack el Destripador


Hoy sabemos que evolucionaron de las palomas que venían del continente africano, y que en la isla solitaria se hicieron cada vez más grandes, al no tener depredadores. Hasta que llegó el depredador más temible del planeta, el ser humano, que acabó extinguiendo al Dodo en unas pocas décadas.

Actualmente se conservan esqueletos y huevos de Dodos en algunos museos de Ciencias, como el que visitaba Carroll. Algunos de esos esqueletos todavía conservan tejidos blandos y restos de piel. Y de ahí se puede sacar ADN. Y con ese ADN y con la ingeniería genética, en algún momento del futuro tal vez se podrá revivir al pájaro bobo gigante.


Ya hay científicos intentando volver a crear animales que un día se extinguieron, como el mamut o el tigre de Tasmania


Pero quien sin duda hizo inmortal al Dodo fue Lewis Carroll. Cuenta en su libro más famoso que el Dodo organizó la carrera más loca de la historia. Esa carrera la ganó Alicia, pero también la ganaron todos los corredores participantes. Si queréis saber cómo es posible, la solución está en los libros, concretamente en «Alicia en el País de las Maravillas».