EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE
MARK HADDON. EDITORIAL SALAMANDRA, 2011.
A Christopher Boone, un chico de 15 años que vive con su padre en una pequeña ciudad inglesa, le gustan las estrellas, los números primos y hacer las cosas en un orden determinado. Pero, sobre todo, le gustan las novelas policíacas; especialmente, las de Sherlock Holmes, el famoso detective creado por Sir Arthur Conan Doyle que solía resolver sus casos acompañado del Dr. Watson.
Junto a Drácula, Sherlock Holmes es uno de los personajes literarios que más veces ha aparecido en películas y series de televisión. Una de las adaptaciones más exitosas de los últimos años es la serie Sherlock, protagonizada por Benedict Cumberbatch
Al igual que en El perro de los Baskerville, una de las novelas de Sherlock Holmes más famosas, Christopher tendrá que resolver un misterio relacionado con un perro: Wellington, el perro de la vecina, ha aparecido muerto y él debe averiguar quién lo ha matado.
Para alguien como Christopher, capaz de jugar 76 partidas del Buscaminas en versión experto en 102 segundos, parece tarea fácil. Sin embargo, aunque se sabe de memoria todos los países del mundo y sus capitales, también hay muchas cosas que no sabe. Por ejemplo, no sabe decir mentiras y le cuesta un montón entender los chistes. También le resulta difícil relacionarse con los demás, sobre todo, con los desconocidos.
Christopher se parece mucho al protagonista de la serie The good doctor, un joven médico con síndrome de Asperger (un trastorno del espectro autista) capaz de resolver los casos clínicos más complejos
Y es que Christopher es un chico con “necesidades especiales”, término que no le gusta nada porque, como él dice, en cierto modo, “todo el mundo tiene dificultades de aprendizaje”. Y si no, que levante la mano el que no tenga problemas para “aprender a hablar francés o entender la teoría de la relatividad”…
Lo mejor del libro es que la historia está contada desde su punto de vista, lo que nos permite ponernos en su piel y ver el mundo como él lo ve. Así, nos damos cuenta de que las dificultades que tiene para entender a los adultos (sobre todo, a sus padres) no son muy distintas de las de otros adolescentes.