Historia, arte y literatura Libros

Aventuras con aire nórdico

 

© Barbara Fiore Editora

HILDA Y EL TROL

LUKE PEARSON · REINO UNIDO 2010

No hay aventura que se le resista a Hilda. Esta joven intrépida de pelo azul vive con su madre en los alrededores de Trolberg, la Ciudad de los Trols, entre los misteriosos bosques y cuevas del fiordo de Björg. Más allá de su día a día leyendo libros o peleándose con su madre, Hilda tiene espíritu de exploradora. Vestida con sus botas rojas y su bufanda naranja, siempre que puede se escapa a descubrir mundo y a ayudar, si hace falta, a quien se cruce en su camino.


Los fiordos son muy comunes en el norte de Europa: son golfos muy estrechos, rodeados de montañas escarpadas, que se crean cuando el mar se adentra en la tierra


En muchas de sus peripecias, Hilda va acompañada de su mascota Brizna: una mezcla de perro y zorro que tiene dos cuernos. Puede parecer raro, pero no es lo más extraño de esta saga de cómics ambientados en la mitología nórdica. Entre sus viñetas encontramos elfos diminutos, imperceptibles para casi todo el mundo excepto para Hilda, y trols colosales convertidos en piedra por la luz del sol. Estos seres malignos son tan populares en los países escandinavos que incluso han dado nombre a algunos lugares, como la carretera de Trollstingen (escalera de trol) en Noruega o la ciudad de Trollhättan (capucha de trol) en Suecia.


Los elfos son criaturas mitológicas muy populares en la literatura fantástica gracias a libros como ‘El señor de los anillos’ de J.R.R. Tolkien


Las leyendas de estos países hablan de criaturas mágicas y dioses como Odín o Thor, cuyas hazañas se han transmitido de forma oral durante los siglos y ahora se muestran en la gran pantalla. También hay divinidades como las valquirias, valientes guerreras que ayudaban a los soldados heridos en combate.  Una de ellas se llamaba como nuestra heroína: Hilda. Quizás por ese motivo, queriendo o sin querer, la pequeña exploradora se ve impulsada a emprender estas expediciones con aire nórdico. Como bien dice Hilda: “¡Así es la vida del aventurero!”.