Djadi, el niño refugiado
Peter Härtling · Alemania 2016
Djadi es un niño refugiado que llega a Alemania desde Homs, una ciudad de Siria. Está solo, nadie sabe cómo ha hecho el camino hasta allí ni dónde está su familia. Ni siquiera él lo recuerda, porque hay cosas que el miedo esconde en lo más profundo de nuestra memoria. Su padre era médico, pero ya no puede recordar su rostro. Tampoco se acuerda de cómo era su madre, tan solo recuerda sus manos y su olor.
En 2011 empezó una guerra civil en Siria. La guerra ha provocado que más de la mitad de la población haya tenido que huir de sus hogares
En Fráncfort todo es nuevo para él: nunca antes había ido en tranvía o comido ositos de gominola. Pero Djadi ha visto más cosas de las que nosotros veremos jamás. Paredes que estallan. Edificios que se rompen. Calles derruidas y llenas de escombros. Gente que desaparece en el mar. Cuando los recuerdos vuelven, Djadi no sabe cómo enfrentarse a ellos y se esconde bajo el sofá, para que no le encuentren.
Jan y Dorothea acogen a Djadi en su pequeña familia y el viejo Wladi se convierte en mucho más que un tío abuelo, es su mejor amigo. Le lleva a pasear al parque y le enseña un nuevo idioma mientras Djadi intenta no olvidar el suyo, el que hablaba con su familia en Siria. Wladi es capaz de entenderle mejor que nadie porque también él fue un niño refugiado. Hace 70 años, al final de la Segunda Guerra Mundial.
La plataforma Refugees Welcome agrupa a personas en ciudades de toda Europa que quieran acoger a familias de refugiados que huyen de conflictos armados
Con Djadi aprendemos que hay muchos tipos de familias y que algunas se forman por casualidad. Que las personas desconocidas pueden hacernos sentir acogidos, aunque estemos muy lejos de casa. Y que, aunque no hablemos el mismo idioma, hay un lenguaje universal que puede entenderse sin palabras. Como diría Wladi: ¡Hopse popse pipse!