Ciencia

Un bosque animal en el fondo del mar

Imagen: Pixabay

EL CORAL

La vida submarina no deja de sorprendernos. Los corales forman parte de uno de los principales bosques animales de la Tierra, que solo podemos encontrar en los océanos. Además de reutilizar el carbono para construir su propio esqueleto externo, los corales ayudan a reducir el dióxido de carbono del aire. Forman los arrecifes, unos lugares llenos de vida y muy ruidosos donde otros organismos marinos encuentran su hogar.


Según dicen los expertos, el sonido que se puede escuchar en un arrecife es parecido al que suena cuando freímos beicon en una sartén


Con forma de cerebro, de dedo o incluso parecidos a las astas de un ciervo, los corales son parientes de las medusas y las anémonas. No tienen ojos, ni oídos, ni nariz. Sus cuerpos, formados por un animal invertebrado conocido como pólipo, tienen unos tentáculos con células urticantes que utilizan para defenderse y alimentarse.


Mientras que los bosques de árboles utilizan las hojas para captar la luz y las raíces para tomar nutrientes y agua, los corales de los bosques marinos se alimentan a través de los pólipos


Su rígido esqueleto es blanco, un color que se origina al absorber el carbonato cálcico que está disuelto en el agua. Son las zooxantelas, unas algas microscópicas que viven en el interior de los pólipos, las responsables de dar color a estos organismos y convertir la luz solar en alimento. En ocasiones, debido a la contaminación de los mares, los corales expulsan estas algas y esto provoca su blanqueamiento: una enfermedad que puede matar el bosque marino si las condiciones ambientales no mejoran.


El aumento de temperatura de los océanos provoca en los corales una especie de «estrés térmico» que les hace expulsar al exterior las algas que les aportan alimento y color


El blanqueamiento está afectando gravemente la Gran Barrera de Australia, la mayor construcción natural de corales del mundo, considerada Patrimonio Mundial de la Humanidad. Según los científicos, dos tercios de sus más de 2000 km2 se han descolorido debido a amenazas globales como la acidificación, el cambio de temperatura y el aumento del nivel del mar. Por eso, buscar soluciones para evitar la extinción de los corales está siendo un gran desafío para los expertos.