Seguimos recomendando música clásica. Como decíamos hace unos días, normalmente no escuchamos música clásica intencionadamente. Sin embargo, a menudo cuando lo hacemos por accidente nos gusta.
Hoy os recomendamos el Aria sobre la cuerda de sol, de Bach.
La suite orquestal fue escrita para su patrón, el príncipe Leopoldo de Anhalt-Cöthen. El subtítulo para la cuerda de sol viene de la adaptación para violín y piano que hizo el violinista August Wilhelmj. Bajando un tono la obra, de re mayor a do mayor, y bajando la melodía una octava, Wilhelmj pudo interpretar la pieza utilizando únicamente la cuerda más grave del violín, la de sol.1
En la versión original los violines tocan tres cuerdas, aunque irónicamente ninguna de ellas es la de sol. Actualmente se la conoce con el título para la cuerda de sol, aunque se toque tal como la escribió Bach.
Esta pieza fue la primera obra de Bach grabada, en 1902. La interpretaron un pianista cuyo nombre no fue registrado y el chelista ruso Aleksandr Verzhbilovich, de quien se cuenta que en estado de ebriedad besó el cadáver del recién fallecido Tchaikovsky.