El afán de conseguir reunir cosas ha acompañado siempre al hombre. A veces son hobbies personales, como el coleccionar sellos o llaveros; otras veces, se reúnen y coleccionan cosas con el ánimo de ser útiles a una comunidad. Este es el caso de las bibliotecas, que fueron concebidas, hace muchos siglos, como un lugar donde reunir el saber escrito.
Las bibliotecas son lugares cuya finalidad es reunir el saber de todos los campos en forma de libros. En la antigüedad, los libros no eran como ahora: eran rollos de papiro
Una de las bibliotecas más importantes de la historia de la humanidad fue la Biblioteca de Alejandría, ciudad construida por Alejandro Magno. Al morir este, Ptolomeo I, uno de sus generales, se quedó con los territorios que hoy forman Egipto. Ahí hizo construir un museo, es decir, un lugar dedicado a las Musas, inspiradoras de las artes. Este sitio albergaba lugares increíbles como un pequeño zoológico, un laboratorio y una biblioteca que albergó más de 700.000 rollos de papiro con distintos libros. El papiro era una planta que, una vez seca, la tejían y la usaban para escribir. ¡Fue tan importante que la Biblioteca funcionó durante casi 600 años!
La finalidad del Museo de Alejandría fue la de reunir todo aquello que pudiera ser estudiado para incrementar el saber: animales, muestras para experimentar y rollos de lectura
¿Sabes cómo pudieron reunir tantos rollos? Ptomoleo II, hijo del fundador del Museo, mandó emisarios a todas las partes del mundo conocido pidiendo que les mandaran tantos libros como pudieran. Una vez en Alejandría, los copiaban en sus propios rollos de papiro (¡a mano!) y los devolvían. Así, ellos guardaban una copia para que todo el mundo pudiera estudiarla. ¡Qué inteligentes eran, estos griegos!