LA CHICA QUE SALTABA A TRAVÉS DEL TIEMPO
MAMORU HOSODA · JAPÓN 2006
Qué emocionante sería volver hacia atrás en el tiempo, ¿verdad? Emocionante porque podríamos vernos a nosotros mismos de niños, o incluso saber cómo olía el mundo antes de que naciéramos. Emocionante porque podríamos disfrutar las cosas del pasado, como abrazar a mamá, al abuelo o al perro antes de que se pusieran enfermos. Emocionante también porque con un solo gesto podríamos cambiar las cosas, ser capaces de evitar accidentes, reconstruir destrozos y detener aquellos errores de los que hoy nos arrepentimos.
Pero qué peligroso. Qué peligroso sería volver atrás y tocar las teclas del destino a nuestro gusto, porque eso supondría también pequeñas desgracias e incertidumbre. Eso lo sabe muy bien Makoto Konno, esa colegiala sencilla y alegre que en La chica que saltaba a través del tiempo puede retroceder en su vida y poner las piezas del pasado donde quiera.
La teoría del caos explica que no podemos predecir cómo afectará lo que hacemos hoy en el futuro: por ejemplo, si colocamos un huevo en la cúspide de una pirámide no sabremos hacia donde caerá
Muchos querríamos ser como ella. Sin embargo, pronto se da cuenta de que un gran poder exige una gran responsabilidad, y de que no podemos manejar las cosas a nuestro antojo, porque todo lo que cambiemos en el pasado tendrá consecuencias.
Otros jóvenes han intentado antes viajar en el tiempo con el temor de hacer saltar su mundo por los aires. En el manga Desaparecido, por ejemplo, Satoru Fujinuma tiene que decidir si salva a unos niños de la muerte o deja que todo siga su curso. No olvidamos tampoco el capítulo de Doraemon en el que Nobita lucha para que Shizuka no se decepcione al conocer detalles tristes de su futuro.
Como ellos, Makoto Konno aprende una valiosa lección: no podemos cambiar nuestro destino, no podemos evitar cosas malas, tenemos que esforzarnos por entender esta vida. Eso nos hará más fuertes.