Cine y series

No por ser más grande se es más valiente

©Warner Bross

SCOOBY-DOO

Joe Ruby y Ken Spears · Estados Unidos 1969

 

Ser alto, fortachón e imponente no es garantía de ser valiente. Eso es precisamente lo que le pasa a Scooby-Doo, un perro que resuelve misterios a pesar de ser tremendamente asustadizo (y de tener un hambre voraz). Acompañado por sus amigos Shaggy, Velma, Daphne y Fred, Scooby viaja alrededor del mundo a bordo de una camioneta floreada llamada La Máquina del Misterio, enfrentándose a todos los casos paranormales que se encuentra.

Scooby-Doo es un gran danés, una raza de perro que se define por ser dócil, cariñosa, hogareña y muy amistosa. Este can aficionado a los misterios da buena cuenta de ello: su mejor amigo es Shaggy, un tipo bonachón con quien comparte su amor por la comida y su espanto por el riesgo. Ambos mantienen un vínculo indestructible, cuando uno de los dos está en peligro, el otro acude al rescate.

El peculiar grupo de detectives vive en Crystal Cove (Cala de Cristal), una ciudad ficticia de la costa de California que, tras su bonita apariencia, esconde una historia de gran actividad paranormal. Y es que este lugar fue fundado por Fernando El Aguirre, un terrible conquistador que siglos atrás cayó embrujado por un sarcófago de cristal lleno de perlas negras. Para escapar de la maldición, El Aguirre y sus hombres escondieron el sarcófago en una pequeña cala y dividieron el mapa del tesoro en seis partes para que nadie pudiera desenterrarlo…

Desde el momento en que Scooby-Doo asomó su hocico en la televisión en 1969, este dibujo se convirtió en un clásico de las series animadas. La responsable del éxito fue Hanna-Barbera, una productora que también lanzó al estrellato otros personajes míticos de la animación como los Picapiedra, el oso Yogui o el perro Patán.